Vuelvo a un libro de la biblioteca familiar, muchos años después de la primera lectura. El relato que al adolescente le pareció sórdido, se ha transformado en algo mucho más admirable, que sin ninguna duda ha hecho que la obra de Leon Tolstoi haya permanecido a lo largo del tiempo.
Esta novela breve refleja el conocimiento de la vida y sobre todo del proceso de morir. Describe las dificultades de llegar a ser un hombre de éxito, así como las luces y las sombras de un matrimonio aparentemente feliz pero que no siempre lo es tanto. En definitiva, describe el proceso de vivir, el ascenso social, las relaciones familiares y la importancia de las amistades a lo largo del tiempo.
Y finalmente, la alteración de todo lo conocido hasta entonces con la aparición de la enfermedad. Los amigos aparentan dejar de serlo, la familia se vuelve muy incómoda y personas que nunca esperaríamos encontrar, como el criado Guerásim, surgen para mantener a flote al enfermo y hacer que siga sintiéndose querido, o más bien, todavía persona:
Mientras hacía que le sostuviera las piernas sobre los hombros charlaba con él. Guerásim lo hacía con facilidad, de buen grado, con sencillez y una bondad que enternecía a Iván Ilich...la fuerza y el espíritu animoso de Guerásim, lejos de afligirle, contribuían a tranquilizarle
La denominada conspiración del silencio por los profesionales de cuidados paliativos o las fases del duelo que Elizabeth Kubler-Ross describiera a mediados del S. XX, ya eran conocidas por Tolstoi un siglo antes, quizá gracias a sus propias experiencias y observación.
La negación de la enfermedad, la ira, la certeza de su presencia y la incomunicación sufrida por el protagonista no son más que realidades que se seguirán viviendo en cualquier época. La mentira se instala en la vida de Iván Ilich e impide el disfrute de lo poco que todavía queda de esta:
El
suplicio mayor de Iván Ilich era la mentira: la mentira, por todos admitida, de
que estaba simplemente enfermo, pero no se moría. Y de que lo único que
necesitaba era permanecer tranquilo y tomar los medicamentos, y así todo iría
bien…. Le atormentaba esta mentira, le atormentaba el hecho de que no quisieran
reconocer lo que todos sabían y sabía él mismo, obligándole a tomar él mismo
parte en la mentira.
Ivan Ilich mira al doctor con expresión interrogativa: "¿es que nunca te va a dar vergüenza mentir así?". Pero el doctor no quiere comprender la pregunta.
Y esto no es más que un reflejo del amor que sigue perdurando, pero que ante una situación como el final de la vida, puede ser muy dañino si no se sabe gestionar.
Sin duda, una lectura para reflexionar sobre ella.