A los diecisiete años, yo era una verdadera belleza.
Alberto Moravia comienza así a describir a Adriana, esta chica ingenua pero no tonta, que vive en una sociedad italiana previa a la segunda Guerra Mundial, y en la que parece difícil salir de la miseria mediante el trabajo diario, que no sirve más que para sobrevivir a duras penas.
Si bien no es su deseo, e incitada por su madre, que se vio arrastrada a una vida de penurias por haberse casado con un hombre pobre al que amaba, sus reflexiones le van arrastrando a aprovecharse de esa belleza para mejorar su vida. Distintos hombres, perfectamente caracterizados por el autor, irán desfilando por su habitación, y conseguirá no tener sensación de culpabilidad alguna, porque ello le permitirá eludir el hambre y la necesidad, así como mantener a su madre, que vive con ella y soportará la situación. Una situación a la que la misma madre le empujó, pero de la que a veces parece arrepentirse.
Los hombres que la rondan, excepto Jacobo del que se enamora, se comportan de forma irracional y suspiran por Adriana de forma irrefrenable. Los tipos, perfectamente caracterizados por Moravia pertenecen a todos los estratos sociales. Los hay cándidos, aprovechados, poderosos que sin embargo se convierten en juguetes ante ella, o peligrosos delincuentes cuyo único fin es poseerla. Y ella los sabe manejar a todos, aunque siempre revestida de una capa de inocencia, puesto que esa es la vida que le toca llevar y no otra.
"Soy una puta de la calle...nada más...si me quieres menester será que me aceptes como soy". Había comprendido que mi fuerza no estaba en desear ser lo que no era. Mi fuerza era la pobreza, mi madre, mi oficio, mi fea casa, mis vestidos modestos, mi humilde origen, mis desgracias y, más íntimamente, aquel sentimiento que me hacía aceptar todas estas cosas y que estaba oculto profundamente en el fondo de mi alma....
Una novela encantadora que nos habla de la realidad de hace casi un siglo, y que sin embargo en muchos aspectos, con otros personajes y quizá menos visible, aún perdura en nuestra sociedad.