Carmen, Darío y Gabriel comenzaron
a cuidar a su padre Antonio, después de manifestarse la enfermedad de Alzheimer
incipiente tras perder a su mujer. Decían “no
queremos ni imaginar que va a ser de papá si algún día falta mamá”. Y mamá
faltó. A partir de ahí, llegó el desorden, la dejadez, la depresión, la
incontinencia urinaria, los despistes…y la decisión de cuidarle de forma
compartida. Estaría dos meses en la casa de cada uno de los hermanos.
Carmen, auxiliar de clínica
eficaz, experimenta la dificultad de cuidar a su propio padre. “Una cosa es el cuerpo de un anciano
desconocido y otra cosa es ver a tu padre como a un niño…”. Es metódica,
perfeccionista y madre soltera. Es muy importante la dieta de Antonio, la visita
al médico, que se tome sus medicinas, la limpieza…. Antonio, por otra parte, le
permite a su hijo Hugo “lo que jamás
consintió a ninguno de sus tres hijos”.
Darío es un buscavidas y en
los últimos tiempos guardia jurado. Su preferencia es la comodidad de su padre
y que esté contento. Aunque sus hermanos puedan pensar lo contrario, cuida a su
padre con devoción, pero persigue sobre todo que pueda jugar al dominó con amigos, que
converse con viejos amigos o disfrutar con él viejas películas del Oeste. La continencia
urinaria desparece mientras está con él, pero no puede evitar que Antonio saque
el pañuelo alguna vez. “Cuando lo saca es
porque le va a salir mamá por los ojos”.
Gabriel, es un hombre de éxito
que atribuye a Antonio el traumatismo craneal que originó la gran discapacidad
de su hijo Hernán, aunque lo tiene tan cuidado como puede hacerlo pagando.” La filipina se ocupa de todo con el
automatismo de una azafata de vuelo”. Viaja para no estar con él ni
recordar junto a él. “Haciendo balance de
los dos meses, creo que hemos convivido menos de uno. Viendo a mi padre sentado
al lado de Hernán, he sentido lástima y he sentido odio” …. “He recordado demasiado
y he necesitado olvidar”.
Tres formas de ser y tres
formas de cuidar a Antonio, que está con sus hijos y vive para ellos hasta sus
últimos días, que llegan finalmente en una residencia. También él describe sus
sentimientos: “La de veces que escogí no
molestaros y no os dije como me sentía. Envejecer es quitarse del medio”. “Ser
padre es saber que te cambiarías sin pestañear por la herida del hijo, que
dejarías que te traspasara todos los dolores solo para quitarle el sufrimiento
a él”.
Personajes redondos y reales.
Una novela muy bien escrita y muy bien pensada.