sábado, 29 de junio de 2024

Hamlet. William Shakespeare.

 Hamlet 

William Shakespeare


Parece algo pretencioso comentar una obra de teatro tan célebre como Hamlet, de la que sólo guardaba recuerdos retazos de alguna película en blanco y negro o de una obra de teatro televisiva en la que el príncipe danés aparecía con una calavera en la mano representando el "ser o no ser". 

Pues bien, consciente de que quizá "había que leerla" me lancé a ello, pensando que sería un tocho que no ha resultado ser. 

La historia comienza cuando el príncipe es avisado por el propio espectro de su padre del asesinato perpetrado contra él y de la usurpación del trono por su asesino. Este hecho ha sido además cometido con la connivencia de la madre de Hamlet, que se casa inmediatamente con el nuevo rey. Desde este momento, Hamlet debe vengarse matando al nuevo ocupante del trono, pero excluyendo a su madre de la venganza. 

No le faltarán ocasiones al protagonista para cumplir con su cometido, pero Shakespeare dilata el desenlace y aprovecha para deslizar muchas reflexiones a lo largo de la obra. Entre ellas la importancia de ser fiel a uno mismo y la moderación en el comportamiento, en la despedida del cortesano Laertes a su hijo Polonio u otros pensamientos que la supuesta locura de Hamlet le llevan a expresar, como son el valor de la honradez, ("ser honrado , tal como va el mundo, es ser un hombre elegido entre dos mil") o el respeto a la vejez mientras comenta sus lecturas ("los viejos tienen la cara arrugada, los ojos destilando denso ámbar o goma de ciruelo, y que tienen una abundante falta de ingenio....creo que no es honrado haberlo puesto así en este lugar"). Tampoco se olvida el autor de despreciar sin tapujos los poderes establecidos, que al final serán comida de los mismos gusanos: “Vuestro gordo rey y vuestro flaco mendigo no son más que servicio variado, dos platos, pero para una misma mesa: ese es el final”.

En el monólogo del “Ser o no ser”, el peso de la conciencia y el temor al más allá, se convierte en causa del atraso del propósito de Hamlet de obedecer al espectro del antiguo rey: “la conciencia nos hace cobardes a todos, y el colorido natural de la resolución queda debilitado por la pálida cobertura de la preocupación”. Este monólogo carga contra maltratadores, orgullosos, poderosos o viciosos y lo hace interesante, puesto que nos hace notar que la naturaleza humana no ha variado nada en los siglos que nos separan de su escritura.

Por último comentario a la obra, aunque no por última pretendida enseñanza en ella, me gustaría destacaros como debe ser una buena interpretación teatral según el príncipe Hamlet, o sea, Shakespeare: “Acomoda la acción a la palabra, la palabra a la acción, con este cuidado especial: que no rebases la moderación de la naturaleza, pues cualquier cosa que así se exagere, se aparta del propósito del teatro, cuyo fin, al principio y ahora, era y es, por decirlo así, sostener el espejo a la Naturaleza, mostrando a la virtud su propia figura, al vicio su propia imagen, y a la época y al conjunto del tiempo su forma y huella. Ahora, si esto se exagera, o sale a duras penas, aunque haga reír a los inexpertos, no puede dejar de molestar a los juiciosos…”.

En definitiva, no me ha parecido que el argumento sea lo que aporta genialidad a la obra, puesto que parece ser una adaptación de obras anteriores, pero sí las historias dentro de la historia. Da igual que conozcamos el final o el argumento, porque lo que merece la pena de esta lectura es su contenido.


sábado, 8 de junio de 2024

Castellano. Lorenzo Silva.

 CASTELLANO

Lorenzo Silva

Una novela, o relato, o ensayo. o como le queramos llamar, tal y como nos apunta el autor al comienzo, que cuenta como un próspero reino que ya se extendía en tres continentes, es arrollado por las tropas de un monarca extranjero con sueños imperiales después de la revuelta de las comunidades de gran parte del reino, desde Asturias hasta Murcia. 

La revuelta comunera, que en nuestros libros de historia se resume con el nombre de la batalla de Villalar y de los líderes comuneros Padilla, Bravo y Maldonado, supuso un grito de libertad reprimido que condenó a Castilla a languidecer, a despoblarse, a hacer desaparecer su incipiente industria, y al favorecimiento de otros territorios europeos y de la península hasta hoy. Paradójicamente, también va a ser señalada como abusiva y dominadora en todos ellos. 

En 1519, todas las clases sociales y gran parte del clero se revelaron contra los excesos impositivos del joven Carlos de Gante, nacido y criado en el extranjero y que pretendió desviar los beneficios de comerciantes y pequeños nobles para financiar su corona imperial y sus conquistas en Europa. Tras una convocatoria de Cortes en Coruña, después de la cual volvería a Flandes, dejaría el reino en manos de Adriano de Utrecht. Es entonces cuando las comunidades, o en otra palabras, Castilla entera, se revela contra la voluntad del Rey. "Sólo" pretenderán, más de 200 años antes de otras revoluciones, que el poder emane del pueblo y que redunde en su propio bien.

Pero no se trata sólo este libro de una narración de la revuelta comunera, sino también de un canto a ese carácter castellano tan denostado por algunos y a todo lo que dio lugar antes y después de esta revolución comunera.  

Cuenta el autor como Francisco de Victoria, profesor en Salamanca justo después de los hechos narrados, cimentaría con sus enseñanzas el Derecho de Gentes, enseñando en sus aulas los límites del poder del emperador y del Papa, la dignidad de los seres humanos y el respeto de la idiosincrasia, la cultura y las costumbres de los pueblos. El Derecho Internacional derivaría de aquí. 

También reflexiona acerca de la conquista de América por Castilla y de como supuso un esfuerzo sobrehumano que sólo pudo llevar a cabo un determinado tipo de gente a pesar de su indudable crueldad en muchas ocasiones. Pero también fue el único pueblo que pensó que eran necesarias las Leyes de Indias, imperfectas pero impensables para la época. Y también fue Castilla la que favoreció, gracias a ellas la existencia de personas de la talla de José Rizal o de Túpac Umaru, condenados a muerte por defender los derechos de Filipinas y Perú por aquellos agentes de la misma corrupción servil que descabezó a los comuneros. Según el autor, fueron los condenados y no sus jueces los castellanos más genuinos. 

Es también sorprendente que en 1520,  entre las peticiones de las Comunidades al rey, el jurista Bernaldino de los Ríos ya escribiese que los representantes en Cortes deben ser elegidas por el pueblo común, que se hable de la administración de las exportaciones y de la industria textil para proteger la riqueza nacional, de la prohibición de las encomiendas que tratan como esclavos a los indios, o que es el deber de los súbditos del rey estorbar las decisiones que sean contrarias al reino. Todas las constituciones democráticas modernas deben mucho a estas  peticiones, que no fueron redactadas en París sino en Castilla. ¿Acaso no es por tanto la revolución comunera un grito de libertad impensable para la época?

Y así, de forma innumerable, desfilan entre muchos otros por estas páginas el héroe de la revolución Padilla,  Fernán González, Ruy Diaz de Vivar, Cervantes, D. Quijote y Sancho Panza, D. Iñigo López de Mendoza o los autores árabes precursores de grandes obras literarias castellanas como "El Conde Lucanor", el "Libro del Buen Amor" o "La Vida es Sueño".  

Más allá de consideraciones personales o incluso políticas para quien así lo quiera ver, el libro es muy interesante y desde mi punto de vista hace justicia a unas gentes que conformaron la historia de muchos países a través de las armas, pero también a través de documentos, obras de arte y enseñanzas imborrables y sobre todo de una lengua  más viva que nunca. 


lunes, 3 de junio de 2024

El Conquistador. José Luis Corral.

 El Conquistador 

José Luis Corral


Una muy entretenida biografía de Jaime I el Conquistador, Rey de Aragón, Conde de Barcelona, de Urgel y conquistador de los reinos de Mallorca, Valencia y Murcia, aunque este último lo conquista para la Corona de Castilla, donde reina su hija, esposa de Alfonso X el sabio. 

Ignorado en la infancia por su padre, separado de forma muy temprana de su madre y educado de forma rígida por los caballeros templarios, el autor describe a un hombre que pronto va a hacer suya la misión de conquistar los reinos ocupados por los musulmanes y que se han de incorporar a la Corona de Aragón. 

Desde que pierde su primera batalla con 12 años de edad en el sitio de Albarracín hasta su muerte, demuestra inteligencia, sortea intrigas de familiares, de hijos y de todos los nobles tanto de Aragón, de Cataluña como de la Occitania, y llega a tratados en apariencia poco ventajosos para la Corona pero con afán de mantener el orden en su reino y ser lo más justo posible. No está tampoco exento el relato de la descripción de su compulsividad sexual que hace que llegue a tener 18 hijos con esposas y concubinas a los que reconoce y cede honores y privilegios. 

Sin embargo, más allá de la personalidad del rey, el autor describe una época de ambiciones desmedidas de nobles, papas y otros reyes, así como de batallas y de conquistas protagonizadas siempre por la misma persona y que no tienen parangón. Las consecuencias son sufridas por la población. Sus tierras se repartirán entre los vencedores y los vencidos verán  sus tierras saqueadas y ocupadas mientras ellos son expulsados, asesinados o vendidos como esclavos. 

Es la descripción del comienzo de una corona, la Corona de Aragón, compuesta por tres reinos y varios condados que tendrán como factor común un único rey y conde. Una unión, como tantas otras, a la que se llega por la fuerza y que es consecuencia de alguien que cree tener una misión "sagrada", pero que por el camino deja dolor, desplazamientos de población y una huella que más de ocho siglos después, todavía es imborrable.  

Es un relato que no deja indiferente al lector, y me ha parecido vibrante y muy entretenido, aunque también es sin duda para aficionados a la historia, puesto que a pesar de estar impregnado de ficción, los hechos y los personajes históricos son abundantes y a veces es difícil seguir el hilo conductor de todos ellos.  


Hamlet. William Shakespeare.

  Hamlet  William Shakespeare Parece algo pretencioso comentar una obra de teatro tan célebre como Hamlet, de la que sólo guardaba recuerdos...